José Manuel escribió:
Me llama la atención que se refieren a la envidia como algo característico de España, la lepra nacional le llaman, qué pasa que en el resto del mundo no hay envidia?
No, no, eso no es así. No puedes quedarte sólo con la información de la contraportada, que ha de ser forzosamente superficial por falta de espacio. La envidia es, efectivamente, universal. No tiene sentido pensar que el autor esto no lo sabe. Lo que pasa es que el autor considera que en el caso español es algo muy característico. Y por eso lo denomina la lepra nacional. Que sea lepra nacional es característico del caso de España. Pero eso no quiere decir que la envidia sea algo exclusivamente español. En definitiva: el autor considera que en España hay más envidia que en la mayor parte del mundo.
Naturalmente las ideas del autor pueden ser discutibles. Sin embargo, y a tenor de lo que voy constatando, creo que algo de razón no le falta el pensador franquista. Sobre todo después de los recelos envidiosos que han surgido tras el crack del 2008 (y no me refiero a los casos de corrupción). De hecho, el amigo Silvanus dnos recordaba no hace mucho en otro hilo (y esto es de memoria) que si eres un empresario y te van bien las cosas, la has cagado para una determinado tipo de pensamiento. Y. es precisamente a esos que se subsumen bajo esa manera de pensar (los que desean el fracaso y la ruina a Amancio Ortega, por ejemplo) a quienes Fernández de la Mora achaca eso de la envidia igualitaria: eres buena gente si eres un desgraciado. Pero si eres un currante que con mucho sacrificio has conseguido hacer algo de caja, entonces eres mala persona. En definitiva, se trata de eso tan antiguo que dice: el éxito personal no se mide tanto por la riqueza conseguida como por el número de enemigos que te hayas granjeado: cuanto más éxito, más rebaño envidioso al acecho. En este mismo foro lo he visto en varias ocasiones y siempre contra los mismos que, casualmente, han obtenido siempre excelentes calificaciones y otros éxitos profesionales (sobresalir está penalizado por aquellos a quienes Fernández de la Mora considera envidiosos). Y aunque yo no acepto en su total radicalidad todo lo anterior, por ahí van más o menos los tiros. Y algo de verdad podemos constatar que hay. No hay mucha gente que se alegre de los éxitos de los demás. A veces, ni siquiera entre la familia. Con eso lo digo todo.
Ya te citaré algunos pasajes del libro para que veas a lo que se refiere el autor.