Alma escribió:
No se trata de que las acciones no hayan de tener consecuencias ni de querer vivir al margen de las reglas. Claro que hay reglas que me parecen necesarias. Si robo el bolso a una ancianita alguna consecuencia habrá, y me parece bien, y también me lo parece que esas consecuencias se apliquen a otros. No estoy hablando de un desorden generalizado (por cierto, odio el desorden) y de una ausencia total de normas. Habría primero que considerar qué normas son de necesaria imposición y cuáles no. Y lo son sólo aquellas que te protegen del daño que te puedan hacer los demás, con la lógica contrapartida de tú no poder dañar a los otros.
No es hacer daño a los demás querer organizar tu vida a tu modo, sin que les afecte a ellos. Piensa en cómo estaban los homosexuales hace poco en este país, escondiéndose (y hoy día se esconden en otros países, e incluso en ciertas partes de este); cómo se repudiaba a las adúlteras o mujeres que abandonaban a sus maridos; se trata de intromisiones inadmisibles en la vida privada que se producían porque nos habían enseñado a pensar que "estaban mal" y que no había que darle más vueltas. Esa "sociedad" que tanto parece gustaros impone sus criterios y aquel que no diga amén a todo va listo. Y lo de que no decir las cosas por miedo es responsabilidad de uno, no sé, igual a una pareja homosexual de residentes en Irán les encantaría decir que se aman, ¿es culpa suya no atreverse a decirlo?
"Pensar que todo lo acontecido históricamente es una imposición por el simple hecho de no haber podido participar de su construcción no tiene ningún sentido". En efecto, y no es eso lo que estoy pensando. No he participado del desarrollo de la sanidad pública y de los servicios sociales y me parece una "imposición" muy necesaria. Pero hay otras muchas perfectamente innecesarias.
Sobre la familia, lo siento, pero pienso lo mismo. Yo no elijo cómo me afectan o no las cosas. Puedo hacer el esfuerzo (y lo hago por la cuenta que me trae), pero otra cosa es que tenga resultados. Si tuviera esa libertad, si la tuviéramos todos, se borrarían de un plumazo el estrés, la ansiedad, la depresión y otras muchas enfermedades hoy día epidémicas.
Es decir, debe de haber un Derecho que se aplique a todos pero que, a su vez, nazca de la propia e individual concepción de lo que es justo y necesario. Cómo defiendes algo así desde el anarcoindividualismo. Si no debe haber normas que nazcan del consenso o disenso de la comunidad, aunque sí unas que nazcan del individuo, ¿cómo se crea un Derecho justo y necesario que salvaguarde con igualdad a todo aquel que consideremos desfavorecido? Como no se pretenda que este Derecho sea lo suficientemente relativo como para que se aplique de distinta manera dependiendo de los prejuicios e ideologías de cada persona, entonces no lo entiendo. Yo entiendo que si uno es anarquista e individualista, lo más coherente es pensar que cada uno se busque la vida, que cada uno se aguante la vela y lidie con la realidad con plena libertad y responsabilidad, sin necesidad de un Estado y un Derecho que proteja a nadie. El problema de estas teorías (a parte de ser irrealizables, puro sueño) es que se desmoronan a poco que desees el bienestar ajeno tanto como el propio. Que consideres que el respeto y la educación son virtudes esenciales.
Si, por el contrario, lo que quieres es protegerte del daño ajeno y asegurarte tal protección a toda costa, el Estado y el Derecho es necesario, y es una concepción que tiende más al socialismo o al liberalismo. Es decir, la aceptación de la comunidad y de la sociedad como método de asegurar la libertad propia y ajena y, también, como método de control.
Que hace pocos años parte de la sociedad viviese reprimida y ahora no, no es un buen ejemplo para demostrar lo mal que están las cosas. Hablas de la sociedad como ese muro contra el que hay que luchar para cambiar las cosas, pero olvidamos que la sociedad no deja de ser un elemento completamente indisoluble de los cambios que se producen. Qué hay de todos aquellos a los que hay que agradecer que luchasen, discutiesen o pensasen cómo podríamos ir a mejor, ¿a ellos también les enseñaron a pensar lo que estaba mal o bien? Como digo, demonizar nunca es una herramienta eficaz ni justa para juzgar ningún hecho. La sociedad no está compuesta únicamente por aquellos que concentran todos los atributos que consideramos negativos, nosotros somos parte activa de ella y, junto a nosotros, tantos otros. La sociedad no es ningún ente mitológico que impone unos criterios estereotipados. Y ya no hablemos de la sociedad actual española, en la que puedes decir que te sientes perro y como mucho te van a hacer un meme en Twitter.
Y por supuesto, los que no hablan por miedo siguen siendo responsables, aunque evidentemente esta responsabilidad varía según el contexto. Homosexuales de países árabes se juegan la vida por una condición que no han elegido, por ser lo que son, y no les verás contentos con su situación y tratarán de cambiarla de manera que su vida corra el menor de los riesgos. Algunos huyen de su país, otros luchan. Todos ellos responden dentro de sus posibilidades, es decir, con responsabilidad. Comparar no hablar porque te juegas la vida, con no hablar porque te pueden despedir del trabajo, no es la mejor comparación. El miedo puede ser el mismo, el contexto no.
En mi opinión, por último, no creo que la existencia de ciertas enfermedades mentales sean prueba de algún tipo de falta de libertad. Basicamente porque eso es exactamente lo que percibe alguien enfermo de depresión, de ansiedad, etc. Lo digo con conocimiento de causa. La realidad no cambia con la perspectiva, y por ello lo que vemos cuando estamos enfermos no suele coincidir con la realidad. No sé muy bien por qué hoy en día estas enfermedades son epidémicas, como tampoco sé si están de algún modo relacionadas con la falta o exceso de libertad.