Lo que yo personalmente he hecho siempre, sigo haciéndolo ahora, es plantearme el estudio en los términos de una investigación, con la humildad de mis medios. Durante un tiempo sí me impuse un programa como tal, estudiaba sobre todo historia de la filosofía (por azar, la de Marzoa). El propio desarrollo del estudio me hacía, lógicamente, reflexionar sobre la propia filosofía, y esa reflexión me ofrecía nuevos y más específicos objetos de interés: un tema en particular, un autor en particular; y entonces iba a ello. Durante la carrera de derecho hice migas con Juan Ramón Capella Hernández, catedrático emérito de filosofía de derecho en la UB (filósofo de la llamada escuela de Barcelona, discípulo de M. Sacristán), y durante el periodo que mantuve dicha relación sí me deje guiar por un plan de estudios que éste me recomendó a título personal. Pero no, realmente no hice nunca esto de seguir la carrera de filosofía por mi cuenta en paralelo a las exigencias de la UNED o de la uni que fuera, no por otra cosa que porque el interés que tenía en la propia filosofía ya me daba sobradas guías y motivos para ir por un camino u otro. Fueron estos intereses los que, por sí mismos, en un momento dado me invitaban a estudiar esto de historia medieval, aquello de economía, la revolución del neolítico o lo que fuera. Mi método es, básicamente, disfrutar al máximo de mis intereses particulares, tirando del hilo de los mismos, y al tiempo dejarme conducir todo lo seriamente que se pueda por las exigencias que planteaba la cosa en cuestión que me interesase.
Y no es otra cosa más que tales exigencias, como siempre ha sido en mi caso, por las que ahora estudio, únicamente, alemán y griego moderno en la escuela de idiomas, griego clásico y matemáticas en la UNED. Y esta incorporación a la UNED se debe a la propia zorrería del autodidacta: no conseguí darme a mí mismo una orientación en el estudio de matemáticas, por eso recurrí a una matrícula universitaria (estoy muy contento, por cierto), y en cuanto a mi matrícula en filosofía, en las asignaturas de griego clásico, como ya dije por ahí, estoy simplemente por una vanidad tal como el que me haga ilusión dar por comprobado que mi estudio autodidacta de griego clásico ha dado verdaderos frutos... nunca me hubiese imaginado que pudiese haber aprendido griego clásico por mi cuenta, pero se puede, la primera vez que puede traducir un verso de Homero, ¡madre mía!, qué satisfacción. (Además pude detectar una forma más perfecta de estudiarlo, porque verdaderamente el método que propone la UNED en cuanto al griego clásico es fenomenal).
Cuéntame algo más, si te apetece, de tu relación particular con la filosofía hasta ahora, me interesa mucho.
Un saludo.