Nolano escribió:
1. Rechazo totalmente la identificación que se está haciendo entre Filosofía e intereses de los Profesores de Filosofía de Enseñanza media.
Coincido con esto. De hecho, como recordarás, yo me opuse a una convocatoria contra la LOMCE, que intentaba justificarse con el retroceso de la filosofía en la secundaria, por considerar que lo que realmente había detrás de esa convocatoria eran los intereses de unos pocos. Sospecho que detrás de esa convocatoria se esconden los mismos que condenaron a la filosofía en el 2005. En las manifestaciones contra la LOMCE no veo muchas pancartas en defensa de la filosofía precisamente. Sólo a unos pocos nos mueve el rechazo de la LOMCE, sobretodo, por el asunto de la filosofía. Pero seamos sinceros, a la mayoría le importa un rábano la filosofía. Una pena.
Por tanto, procuro estar al margen de la defensa de los intereses de unos pocos con este asunto de la defensa de la filosofía. Ahora bien, aquí habría que puntualizar un poco y mirar a ver hasta qué punto es posible cortar por lo sano, es decir, separar los intereses de la filosofía de los intereses de los profesores de filosofía. En principio, parece bastante razonbable pensar que quienes se encuentren detrás de la defensa de la filosofía sean, como mínimo, los profesores de filosofía, tanto de enseñanza media como de universitaria. Que nadie espere encontrarse al herrero o al arquitecto, salvo casos excepcionales.
Ahora bien, a veces, como adelantaba, no se puede separar una cosa; la filosofía, de la otra; los intereses de unos pocos. Me explico. La mayoría de estudiantes universitarios de filosofía han escogido esos estudios en la universidad (la mayoría como segunda o tercera titulación) debido al buen sabor de boca que les dejó la asignatura de Historia de la filosofía del bachillerato. Así es que defender las asignaturas de filosofía en el bachillerato y, circunstancial e independientemente los intereses de los profesores que la imparten, es algo colateral y, en mi opinión, inevitable. Son precisamente los profesores de la secundaria los encargados de promocionar y hacer ver la filosofía a personas que, de otro modo, probablemente no se asomarían a la filosofía. Sé que hay quienes han descubierto la filosofía mediante otros cauces, pero creo que no cabe dudar de que la mayoría tuvimos nuestro primer y decisivo contacto con la filosofía en nuestros estudios de secundaria.
Por tanto, ir a favor de las asignaturas de filosofía en la secundaria es ir a favor de la filosofía misma, por más que ello beneficie también, a título particular, a los profesores de las asignaturas de filosofía. Sinceramente, no es que me moleste especialmente. A fin de cuentas son ellos quienes tienen la difícil labor de procurar que los adolescentes amen a la filosofía y, por tanto, que la elijan como estudios universitarios en el futuro.
Si la filosofía se reduce en la secundaria, entonces tendremos un efectó dominó difícil de evitar. Habrá menos adolescentes con amor a la materia, lo que redundará en una cuota menor de matriculados universitarios. Y al final lo que tendremos es que peligrarán las facultades mismas de filosofía. Se empieza con la secundaria, pero la siguiente víctima son las facultades de filosofía.
Por tanto, deberíamos estudiar a fondo las implicaciones de futuro que tiene reducir la materia de filosofía en la secundaria, que van más allá de los intereses de unos particulares.
Y a eso me remito ahora. Vamos a ver, ¿acaso no tienen los profesores de filosofía el derecho de defender también sus interese personales? Sinceramente, yo no soy profesor de filosofía (aún, y puede que ya nunca lo sea), pero si lo fuese dos motivos tendría para defender la filosofía y las asignaturas filosóficas en la secundaria:
1º Mis propios intereses. Así de claro. Y creo que estaría en mi perfecto derecho, tal como hacen hoy día todos los colectivos;
2º Por amor a la disciplina, es decir, a la filosofía.
En mi opinión la defensa de la filosofía es inseparable de la defensa de los intereses de los profesores de filosofía, ya sean de enseñanza secundaria o universitaria. Son los profesores de filosofía los que, con mayor o menor vocación, tienen sus vidas hipotecadas en la filosofía y la investigación filosófica. La mayoría de grandes filósofos han sido profesores universitarios. Y son los profesores investigadores los que continúan actualizando los contenidos filosóficos.
No es mi intención defender los intereses personales de nadie, pero no me importa en absoluto hacerlo, de manera colateral y circunstancial, si ello implica, como creo, la defensa de la filosofía en general.
Sucede algo similar con la sanidad. Yo estoy totalmente a favor de la sanidad pública:
1º En primer lugar porque a mí me interesa, pues soy persona de recursos limitados;
2º Y en segundo lugar porque la creo necesaria para TODOS. Incluso a los más individualistas les debería interesar, pues una sociedad en que una buena parte no tenga acceso a ella puede ser perjudicial para la salud del conjunto: se pueden propagar enfermedades si desatendemos a una parte de la población.
Pues bien, yo soy consciente de que defendiendo la sanidad pública también estoy defendiendo, colateralmente, los intereses de unos pocos que tienen importantes cargos en este sector. Pero eso a mí me da igual hasta cierto punto. Lo que no voy a hacer es decir no a la sanidad pública por culpa de cuatro gatos que se están aprovechando del sistema. Aunque haya unos pocos que se estén beneficiando de la situación, por contra tenemos el beneficio de una mayoría, que es lo que interesa.
Nolano escribió:
2. Rechazo totalmente que la Ética sea una asignatura que deba impartirse en la Enseñanza media. La introducción de la Ética en la Enseñanza en España es un subterfugio que se habilitó para mantener la Religión, cuyo estudio también rechazo en la enseñanza oficial. En lo que yo sé se trata siempre de éticas materiales de valores, con lo que se incurre en el adoctrinamiento, que no es enseñanza tal como yo la entiendo.
Yo no rechazo la enseñanza de
la ética, lo que rechazo es la enseñanza de la moral, que no es lo mismo. Como todo el mundo sabe una cosa es la ética y otra la moral. La moral es la costumbre, la manera de hacer o de obrar. La ética es la reflexión sobre la moral porque, como dice Carlos Gómez, no todas las manera de hacer son aceptables para el progreso de la humanidad.
Pues bien, los libros de ética disfrazados de moral me sacan de quicio. Para mí la enseñanza de la ética sería una especie de historia de las teorías éticas. Así los alumnos tendrían unos mínimos elementos de juicio para tomar una postura crítica ante determinadas morales o maneras de hacer.