Demóstenes escribió:
Esto del pesimismo antropológico es algo delicado en los autores que has citado, Conrado.
Bueno, en realidad el pesimismo antropológico es mío, si bien es bastante habitual en los autores liberales y neoliberales en lo económico. Por ejemplo, en Locke el Estado es un "gendarme" reducido a ejército y tribunales para asegurar la propiedad de los poseedores, así como la religión y la familia. Los tres son anteriores a la formación del Estado. El Estado nace para salvaguardarlos.
Demóstenes escribió:
Por ejemplo, en "De cive" Hobbes escribe aquella sentencia tan célebre: "homo homini lupus", pero a continuación afirma "homo homini dei". Lo quiere decir es que, en el estado de la naturaleza, entre hombres no se da más que desorden y violencia; pero que, en el seno de la ciudad, tras el pacto, el hombre es un dios para el hombre.
Ojo, porque esto creo que no es exactamente así. Incluso después del pacto, el hombre tiende a seguir con su deseo que "sólo cesa con la muerte". Lo hace pidiendo libertad. Pero en realidad -esgrime Hobbes- cuando se pide libertad lo que en realidad se está pidiendo es poder público. Pero éste sólo le corresponde al soberano, que ha de procurar que que las libertades queden restringidas al ámbito privado o, de lo contrario, se corre el riesgo de una vuelta al estado anterior al pacto.
Cito de mis apuntes de Historia de la Filosofía Moral y Política (aún no están colgados):
"La libertad, entendida a la manera antigua, como posibilidad de intervención política, es incompatible con el concepto de sociedad civil, tal como Hobbes lo entiende. El poder lo ostenta sólo el soberano y no puede dividirse. De modo que al súbdito no le queda más que conformarse con la libertad privada de dedicarse a sus cosas y evitar que lo metan en la cárcel.
Todo súbdito debe obediencia simple, es decir, absoluta a los mandatos de sus respectivos soberanos. Por eso, «cuando los ciudadanos particulares —los súbditos— exigen libertad, lo que exigen con este nombre NO es libertad, sino poder; cosa de la que, por ignorancia, no se dan cuenta. Porque si todos concedieran a los demás la libertad que reclaman para sí se regresaría al estado de naturaleza en el que todos pueden hacer cualquier cosa con derecho; estado que, si lo conocieran, rechazarían como peor que cualquier sujeción civil». (De Cive).
Aristóteles, dice Hobbes, «siguiendo la costumbre de su tiempo», confunde «la libertad con el poder». En efecto, la antigua «libertas» aristocrática, que implica participación de los «hombres libres» en el poder político, es incompatible con el modelo teórico de Hobbes, cuyo postulado es que el poder NO puede dividirse. Este modelo implica que la autoridad del soberano, tanto si la ostenta un solo hombre como si pertenece a una asamblea, tenga capacidad de eliminar, con derecho, cualquier excepción legal o privilegio, es decir, cualquier excepción al derecho común, conservada por el gobernante y sancionada por la ley, en una sociedad estamental tradicional.
El poder absoluto del soberano, según el modelo de Hobbes, permite, precisamente por la eliminación de esas libertades o privilegios tradicionales, poner las bases de la moderna sociedad de clases, cuyo principio es la IGUALDAD FORMAL de todos los ciudadanos.
Lo que se respeta en la sociedad civil es la LIBERTAD PRIVADA de buscar los medios de vida en forma legal. Esta libertad es la que garantiza a todos los súbditos por igual el soberano, pero el poder político, es decir la libertad absoluta, sólo le corresponde a él. El soberano es el único que conserva esa libertad de acción absoluta en el Estado civil, porque los demás han pactado no oponerse a sus decisiones y, mediante este pacto, se han sometido voluntariamente a su dominio. La ventaja que del pacto obtienen los súbditos, a cambio del abandono de su primigenia libertad absoluta, que pasa a ser relativa, es un poder mayor, en todo caso suficiente para proteger la propia vida y bienes —lo cual no estaba garantizado en el primigenio estado de naturaleza—.
La libertad absoluta, si sólo se concede a UNO, es decir al gobernante, se transforma automáticamente en poder absoluto, posibilitando la creación de la sociedad civil. La obligación del que tiene el poder absoluto es dominar, efectivamente, a todos por igual, no permitir excepciones.
La vigencia del pacto es siempre actual, porque la naturaleza humana siempre es la misma. Aunque los hombres vivan en común, siempre están amenazados del peligro de que sus pasiones los arrastren a la violencia y a la lucha. Esto pude suceder si el poder del soberano se debilita y los ciudadanos acumulan libertad pública, es decir, poder.
"
Demóstenes escribió:
Maquiavelo tampoco opina que los humanos sean desastrosos por natura, sino que es inevitable que ciertos individuos o grupos desestabilicen la concordia, por los más diversos intereses personales, y que, como consecuencia, algunos otros se dejen arrastrar.
Si no recuerdo mal, para Maquiavelo el hombre no es ni bueno ni malo, pero tiene una predisposición especial para el mal. Y la violencia, por supuesto, no es gratuita, pero sí necesaria.