Básicamente el problema filosófico que entraña lo de las nuerociencias, en general, ya lo conoces. Al final se trata de ver en qué medida lo aportado por el estudio del cerebro puede constituir un fundamento de la moral, la percepción, las prolepsis humanas, etc. Estos estudios están muy en boga hoy en día, pero aún en pañales, como quien dice. Hace poco vino a nuestra Universidad el catedrático de filosofía moral de la UIB Camilo José Cela Conde, con el fin de explicarnos qué proyectos estaba liderando en esta universidad. Nos mostró varios modelos de medición de la actividad cerebral, y nos dijo que con los últimos receptores podían medir frecuencias de actividad entre dos o más zonas del cerebro, que realmente era lo que importaba, más que tratar a las zonas por separado.
De esta manera, aunque él era consciente de la precariedad de las conclusiones, creía estar en un camino muy similar al iniciado por Janssen o los primeros biólogos que le sacaron partido al microscopio a pesar del escepticismo reinante. Y creo que ahí radica el punto más oscuro de las "neurociencias", que en realidad son tecnologías que se tratan de aplicar a fenómenos que a mi juicio las desbordan. Como si el problema palestino-israelí se pudiera resolver (o entender) ampliando hasta llegar a escala macroscópica las neuronas de sus ciudadanos, por ejemplo.

Uno de los autores más leídos ahora (en este terreno) es Damasio Alonso. Y creo que el título de su obra más famosa deja entrever el verdadero fondo cuasimetafísico de las neurociencias. La obra es "El error de Descartes".

Posteriormente Damasio ha escrito bastante y algún otro libro comentado en otro hilo en tiempos del neurometafísico de una coruñesa S. Martínez, Los engaños de la mente. El amigo Cela, que por otra parte lo tienes ahí al pie, Nolano, en tu querida Mallorca, evocog.org/components/com_gk2_photoslide...799966logo_final.jpg, este es el enlace.

Esta en un grupo que se dedica a todas estas cosas a la vez. Como siempre ocurre cojean de algún pie. Es filósofo pero no neurólogo, el resto lo tienen que hacer otros del equipo. Tal vez entre todos lleguen y es algo que abunda en el mundo científico. Es un proyecto mundial al que se han adherido muchos grupos de trabajo

así la neuroética tratará de poner límites al control de la mente que por esta vía se conseguirá. Seguramente Foucault tenía mucho que decir, pero no está

GBMF ya ha adelantado materia en la respuesta.

Según la propia Adela Cortina ((2011). Neuroética y neuropolítica. Sugerencias para la educación moral. Madrid: Tecnos) el nacimiento de la Neuroética -que no debe considerarse como una rama de la Bioética- tiene lugar en el congreso celebrado el 13 y 14 de mayo del año 2002 en San Francisco, que llevó el nombre de «Neuroética: esbozando un mapa del terreno». En tal congreso quería mostrarse de forma lo más clara y concisa posible que la Neuroética es un saber cuyo carácter es esencialmente interdisciplinar. Ya sabemos lo que quiere decir interdisciplinar, pero en este caso,sobre lo que queremos hacer hincapié es que la colaboración neurociencia-filosofía es un binomio que no puede eludirse, sin cuyo equilibrio la Neuroética no podría desarrollarse; no pueden disolverse la una en la otra.

¿De qué trata? Muy sencillo. A medida que la ciencia avanza y vamos conociendo más acerca del funcionamiento de nuestro cerebro, las preguntas sobre los límites de lo ético afloran con una rapidez vertiginosa. Como se estimaría en el congreso de San Francisco, la Neuroética es «el estudio de las cuestiones éticas, legales y sociales que surgen cuando los descubrimientos científicos acerca del cerebro se llevan a la práctica médica, las interpretaciones legales y las políticas sanitarias y sociales». Es por ello que debe existir una disciplina que ayude a regular las aplicaciones de lo científico, pues, por ejemplo: ¿sería legítimo tanto a nivel ético como legal usar técnicas de neuroimagen para distinguir cuáles de los pasajeros de un avión están pensando en llevar a cabo un atentado terrorista y cuáles no? (MORENO, J. (2006) Mind Wars. New York/Washington, D.C.: Dana). Como estas preguntas, puedes imaginarte, Nolano, cientos de ellas...

Algunas de las preguntas que Adela Cortina intenta responder en el libro anteriormente citado, son éstas:
-¿cuál es el fundamento de la moralidad y en qué medida conocer las bases cerebrales de nuestra conducta puede ayudar a descifrarlo?
-¿es la democracia la mejor forma de gobierno posible, teniendo en cuenta esas bases cerebrales?
-¿somos libres, al menos lo necesario para que la vida moral, política, económica, científica y religiosa esté en nuestras manos?
-¿qué se sigue de todo ello para la educación formal e informal?