Me da la sensación que el quid del problema se encuentra en qué entiendes que es la Filosofía y, por tanto, lo satisfechas o insatisfechas que resultan tus expectativas sobre ella. En particular, la seriedad con la que tomas este saber, o lo que diablos sea.
Temo decirte que si lo que esperas es un conocimiento último y definitivo, la Filosofía no es precisamente el lugar que puede cumplir tu inquietud. Tampoco es la utilidad su rasgo señero. No seré yo quien dictamine lo que la Filosofía sea; tan sólo puedo hablar de mi experiencia. Yo he asumido que no puedo vivir sin ella: todo mi pensamiento pasa por tamices gnoseológicos y ontológicos que confirman, modulan, determinan o desechan mis ideas. Creo que, antes que contenido o saber, es actitud o praxis. Nadie en su sano juicio creería que existe un Demiurgo, un genio maligno o un Dios, ni que los accidentes sean el principio de individuación, ni que existe un método que garantice todo saber, ni que el lenguaje moldea la realidad en claves ontológicas. Ahora bien: el recorrido por los autores que han defendido unas u otras posiciones deja un poso que, aplicado a otras materias o situaciones de la vida cotidiana, afina nuestra codificación de lo real.
Para mí, es un ejercicio intelectual, una gimnasia para nuestra mente, no un contenido con el que estar o no de acuerdo con arreglo a mis creencias particulares. ¿Sirve para algo? Para operar en la realidad ya están las ciencias, no los libros de Ética.