Soy de la opinión de que cuando las sociedades no tienen demasiados problemas (más allá de los usuales) la democracia tiende a un bipartidismo con partidos minoritarios que expresan diferentes sensibilidades (más extremados, animalistas, nacionalistas, etc.). Sin embargo, cuando existen problemas graves, como sucede ahora en España por la cuestión territorial, los partidos se multiplican, aunque después haya bloques. Buen ejemplo lo encontramos en la Segunda República, pero también -fundamentalmente- en Euskadi y Cataluña.
Esos problemas territoriales, primero por la crisis del 2008 y después por el procés, se han extendido al resto del territorio. Si alcanzásemos una mayor normalidad, una convivencia menos crispada y más amigable entre todos, volveríamos a un bipartidismo en casi toda España a excepción de esos territorios con sensibilidades especiales. VOX pasará a ser marginal y Sumar acaparará el antiguo espacio de IU. Si no se solucionan (que es lo más probable), seguiremos con un panorama pluripartidista en toda España. Personalmente, añoro ese bipartidismo con matices, porque ni el pluripartidismo ni la nueva política han traído nada bueno, en mi opinión.