Xna escribió:
Era filósofo, inventor no sé, pero poeta lo que es poeta puedo decir que ni un poco. Os compartiré algo, es oro en paño. Lo rescaté de los restos de un naufragio. Vaya como cita a su autor y como homenaje. Pero antes, volvamos al filósofo “inventor”
En mi párrafo no aludía a ningún filósofo en concreto, sino a la capacidad de la filosofía, de la poesía o de la ciencia de crear nuevas palabras o realidades, sea la "glándula pineal", el "dasein", el "songoro cosongo" o el colisionador de hadrones.
En el libro cuarto de la Metafísica comienza Aristóteles diciendo
Hay una ciencia que estudia lo que es, en tanto que algo es, y los atributos que, por sí mismos, le pertenecen.
Y ahora trataré de reunir todos aquellos pedazos que llegaron a mi playa.
El infinitivo de ser en griego es “einai” y el participio “to on” (lo que es). La primera de estas expresiones del verbo ser, el infinitivo, refiere a “la ciencia del ser”, Ciencia Primera, después llamada ontología. La segunda de estas expresiones, el participio, refiere al ser, pero ya en su función predicativa, “lo que es” en el sentido de decir las cosas que son o sus predicados. El ser se “dice” de muchas maneras, pero hay una que es primera, la “ousia” (causa formal).
Si aceptamos lo anterior, tenemos que aceptar que hay una "causa primera" o causa primera que determina que el ser es lo que es. Y efectivamente, si acudimos al lenguaje, comprobaremos que el ser es lo que es porque lo relacionamos (encerramos) en términos que se predican de sí mismos, de manera que a la diversidad de perros que hay en el mundo los llamamos perros con independencia de que sean seres tan absolutamente diferentes como el caniche y el mastín. "El perro es el perro". Ahí nos podríamos parar, pero el mundo es más complejo.
Hablamos de una ciencia que “determina” los géneros y, por “división” obtiene las diferencias específicas. Lo primero entonces es ser (einai), pero ser separado del logos no es nada. Ser-algo ya es su determinación. Determinado, ese ser se dirá de muchas maneras e indagando sus sentidos, comienza la “división”.
Comienza la división y comienza la semejanza. Lo que es (“to on”) se asemeja a lo que es ("“to on”), siendo ambos modos de ser distintos e iguales, de manera que "to on" es, a la vez, igual y diferente a "to on".
En ese libro cuarto citado, Aristóteles ya está trabajando la “división” inmediata de “einai” en géneros. El primero será la “ousia”. La búsqueda de esta primera causa será la clave de bóveda de esta Ciencia Primera. Determinación de géneros y división en especies, el orden de las categorías. Hasta aquí la reconstrucción/cita/ homenaje.
Y aquí podríamos añadir las consabidas condiciones suficientes y necesarias para que un individuo pertenezca a una especie o género. Sin duda, Aristóteles trabaja como un morfólogo o un biólogo del MIT. Pero el problema es que toda predicación es compleja, no hay predicaciones simples.(Me baso en Leibniz, pero él no negaba las predicaciones simples). Esto es, cuando decimos que "Pepe es un hombre", el atributo, además de ser una especie, requiere de sus propios atributos para poder ser, de manera que hombre es un ser humano. Pongo un ejemplo de la "Gramática de Port Royal". Detrás de la oración "Dios invisible ha creado un mundo visible" hay, al menos, tres oraciones: "Dios es invisible", "Dios ha creado el mundo", "El mundo es visible". Pero "el mundo", "lo visible" y "lo invisible" requieren sus propias predicaciones, de manera que la predicación no es solo compleja, sino infinita. Y siendo infinita, la causa primera habrá que ponerla en duda, pues es también susceptible de ser predicado.
Ser separado de logos es nada, sin su determinación no podemos transitarlo, de lo indeterminado no podemos obtener nada y menos comunicarlo con cualquier forma de lenguaje (oral, escrito, musical, gesticulado, con un tan, tan...) El lenguaje es el espacio donde se da/determina el ser. “El lenguaje es la casa del ser” que dirá otro filósofo, éste algo nazi.
Conste que nunca he criticado a Heidegger por su pasado. Sí una vez a H. Arendt por ciertas omisiones. Aparte de eso, debemos definir el "logos", saber cuáles son sus atributos, que parece ser tema tratado en un párrafo posterior.
Futaki: Recordemos el río de Heráclito. Uno no se baña dos veces en el mismo río, pero lo seguimos llamando “río”, o “Tajo”, lo que no deja de mostrar la tozudez del signo lingüístico.
Pero ese Heráclito no fue bien comprendido, o eso decía el filósofo/”inventor”, por aquellos que lo “sofistizaban”.
Para Heráclito el arché es el lógos, sustantivo del verbo “reunir”, un reunir que en griego es a la vez separar, seleccionar, diferenciar, discernir, concederle a cada cosa su lugar. Esta acción no se le atribuye a ningún ente, sino que es el tener lugar de las cosas. Enfrentar una cosa a otra, no en un sentido lógico sino en el de mediar un espacio entre que algo sea esto y otra cosa aquello, es la cosa misma la que se manifiesta así. El lenguaje del logos no nos pertenece, es un espacio vivo y en el acontece el aforismo, quieto, sin movimiento, entonces ocurre que se enlaza lo que difiere en grado sumo, aquello entre lo que se da la diferencia máxima, siendo contrarios, pero a la vez. Es el caso del fuego.
"(El fuego es) carencia y saciedad”. Heráclito.
Aquí parecemos coincidir al aceptar que el ser lleva en su semilla lo contrario, sea el odio del amor o incluso del amor el no amor. Como dices después, "El fuego [...] durge de su ocultamiento [...]lo sólido y apagado". No coincidimos en la noción de "logos", que tanto para los griegos como para los cristianos que adoptan sus ideas o para la filosofía medieval adquirirá significados diferentes. ¿No usaba Platón el "logos" como una charla viva, que tiene su propio padre ("ton tu logu patera"), y que se queda indefenso ante la escritura ("grammata"? El logos es polisémico y puede ser objeto de predicación. Una fuerza creadora universal ("En el principio era el logos y el logos era Dios"). Pero también es el tema, la charla, el discurso, la palabra. Y como tal, el logos tiene padre. Por eso, para Platón (
Fedro) el padre debe defender el logos, pero el logos diferido (la escritura) no puede ser defendido por el padre, de manera que los hijos del logo, los "logoi", serán los encargados de defender el logos del padre que ha sido asesinado en cruel parricidio por la grammata. La escritura, a la que paradójicamente se confía el logos, es
phármacon, veneno y remedio a la vez.
El fuego surge, se enciende, emerge de su ocultamiento, el fuego necesita su otro para alimentarse, aquello que es sólido y apagado. Hay una tensión, hay polemos, hay lucha pues sin ella el fuego no es posible. El triunfo del fuego llega por la combustión y aniquilación del cuerpo que ha ardido y después tiende a apagarse, a ocultarse. El fuego busca su contrario, hay eros, se esfuerza en alcanzar aquello que arde y luego el fuego mismo queda consumido.
¡Ay dios! ¿”amamos en stan by”?, ¿”amamos y no amamos”? Pero si amar es un hito en la vida de alguien. Amar parte en dos la vida de la persona que ama, es una falla inabarcable. Lo que fue su vida y lo que es amando son dos placas tectónicas que se separan por siempre. Amar es en el trabajo, en la playa, en la iglesia, en el futbol, en el Carrefour… Amar es Vivir, disculpad la pasión, hoy conmemoro esa falla en mi.
Tal sucedería si usásemos todas nuestras funciones emotivas o cognitivas al mismo tiempo. Pero eso no acaece, no es así. Amamos y no amamos, porque no siempre tenemos activada la función del amor. Es leyenda urbana que el ser humano solo usa el 10 o el 15% de su cerebro. No, lo que sucede es que no comemos, meamos, leemos, calculamos, pensamos, soñamos, escribimos, bailamos, amamos... a la vez. En el Carrefour no tengo por qué sentirme acongojado por los flujos del amor. En otras circunstancias, sí. Amo y no amo.