Hola, adjunto mi trabajo en el primer cuatrimestre de este año. Es decir, realizado a través de la plataforma AVEX. (Calificado con un 9; disculpad los pequeños errores de ortografía que pueda haber, ya sabéis, esto de realizarlos con menos tiempo del habitual y tal, pues es una jodienda para poder repasar):
La obra escogida por mi parte para la realización de esta tarea de interpretación y comprensión es la de "Ser y tiempo" (1927) de Martin Heidegger.
Con esta obra fundamental, trataré de aplicar el contenido que he aprendido a través de los textos correspondientes de Ricoeur y Gadamer.
Me gustaría empezar mi trabajo haciendo alusión a la contraposición que se había iniciado a través de Dilthey con su diferencia entre explicación (concepto "propio" de las ciencias naturales) e interpretación (concepto elaborado de las ciencias del espíritu). Y esta alusión la realizo en el contexto de iniciación, de continuación que ha llevado a cabo Ricoeur y Gadamer como herederos de esta tradición hermenéutica.
La posición de Dilthey era la de buscar una justificación de conocimiento y de entendimiento que rebasara al concepto de explicación que se derivaba de las ciencias naturales a través del positivismo y su tratamiento deductivo (lógica). Su intención era la de fundamentar un método propio para las ciencias no naturales, por así decirlo, las correspondientes existenciales del Dasein. Desde el punto de vista humano y en relación con su propia producción, con el hecho de estar-en-el-mundo.
Pues bien, con Ricoeur nos reencontramos con la metodología explicativa e interpretativa en un todo, no único, pero compartido. Su diferencia no justifica el hecho de no aprovechar los diferentes caminos que conducen al tratamiento de la hermenéutica.
Ricoeur nos explica que un texto, es una cosa que puede ser tratada como tal, como cerrada y al mismo tiempo, como punto de partida para la reactualización del andar de uno mismo.
El texto cerrado, es una estructura compuesta por unidades de sentido, las oraciones. Y éstas, a su vez, están formadas por unidades inferiores de las que la lingüística es la ciencia que las define y diferencia. A través de los trabajos realizados por Lévy-Strauss con su tratamiento de los mitos (como mitemas, como unidades análogas superiores compuestas de unidades inferiores) la estructura del texto es descompuesta en simplificaciones. En su propio devenir textual que nos proporciona un estar-con-el-texto. Pero nada más. Este trabajo es fundamentalmente explicativo. Y su ámbito de conocimiento se queda en la definición con el texto.
Del otro lado, la interpretación que podemos llevar a cabo del sentido del texto, es el camino que afecta esa relación del sujeto que está leyendo, y el contexto mundano que nos arraiga a una comprensión del momento activo del ser. Esta apelación del texto al sujeto y del sujeto al texto es abierta, y no se queda prisionera de una estructura-cosa, como la "este" texto si no que se abre, se comprende a través de la conexión viva del ser-ahí. La comprensión de un texto, como sentido, se realiza a través de ese texto pero con una precomprensión y un estado prejuicial acerca de lo que estamos leyendo. El cuestionamiento de estos prejuicios abre una descomposición del Dasein, para cuestionar la actualización del ser mismo. El momento tempóreo (zeitlich, es decir, la temporeidad del Dasein, no del ser mismo del tiempo, en términos Heideggerianos) se vuelca con el ser presencial, es una corriente que convierte al sujeto en una anticipación de deconstrucción, de reelaboración del ser que está en este momento, en el mundo.
Este texto no es un momento de la cosa misma, es un cuchillo que sirve para separar y analizar el comprender. Y el comprender permite al ser-ahí conocerse en su ser y en su mundo, su propio ser-en-el-mundo.
Y este camino del sentido se remite al círculo hermenéutico, como la estructura del ser-en-el-mundo que supera la escisión del sujeto y objeto en la analítica transcendental del ser -ahí. Es decir, la superación del subjetivismo, en virtud del horizonte abierto por el texto.
En Gadamer, la fusión de horizontes, se remite esencialmente a lo que acabamos de exponer. El Dasein es sacado afuera de sí mismo, para el cuestionamiento que nos proporciona el encontrarnos con una tradición, con un elemento que ya está-fuera-de-sí, el texto. La relación de efectos que produce ese cuestionamiento con la precomprensión iniciada de ser transparente para uno mismo como ser que comprende en el mundo, reproduce una tensión que es el corazón fundamental, o el alma, de la hermenéutica.
La tensión aplicada, que agoniza con la finitud del Dasein, es la transparencia de uno que puede transformarse erradicando la concepción epistemológica de la actualización para transformarse en una ontología. En una transformación con el texto, de la manera de ser del Dasein, desde la comprensión de su propia finitud.
Esta finitud y su comprensión, su manera de ser en el tiempo, nos desplaza de una explicación óntica propia de las ciencias deductivas (atemporales), al límite originario de la fundamentación óntica de los diferentes "seres". Y ese momento originario es la ontología misma del ser que "se dice de muchas maneras". Y de todas esas maneras en las que se puede decir (entes) solo la ciencia misma del ser, el preguntar originario por el ser de las cosas, la búsqueda que conlleva ese preguntar se recuerda en su propio cuestionamiento.
Me gustaría terminar mi exposición de la aplicación de los textos de esta asignatura con un verso de Alejandra Pizarnik: "Alguien cae en su primera caída" En esta pequeña conglomeración de unidades significativas no hay uno, ni dos, ni tres entes que "caigan", sino la palabra. Con la palabra "herimos" el abismo temporal, es decir se abre y se continúa como agonía de la finitud de ser, la "caída ontológica" por el camino de la comprensión, "alguien" en esa fuerza erótica que nos translada a estar con uno mismo, en el momento de ser-ahí.