Como no soy científico y ya no me apetece buscar datos estadísticos, porque siempre parece haber datos contrarios para respaldar una opinión opuesta (buen trabajo, Lapidario), me voy a centrar en el trasfondo del asunto que nos ocupa, ya que hoy tengo algo de tiempo. Aquí el debate filosófico de fondo es el relativo a la libertad y por lo tanto a la ética, y por lo tanto ruego un poco de paciencia para seguir el siguiente razonamiento.
Para empezar, creo que todos estamos de acuerdo en que si una persona causa un daño, está justificado tomar medidas para que no lo haga de nuevo. Cuando alguien comete un crimen, hay un juicio en que debe estar muy bien razonada la culpabilidad de la persona y la posibilidad de que vuelva a cometer ese crimen para que se tomen medidas tan extremas como privar a un ser humano de su libertad. Encerrar a una persona requiere de una justificación muy ponderada ya que se le está privando de un derecho humano básico. Solo puede justificarse en base al daño superior que puede causar a terceros su puesta en libertad (o al efecto reparador que su estancia en la cárcel puede tener para él mismo).
En relación al tema que nos ocupa, estamos hablando de derechos humanos básicos de los que se nos está privando o de los que se planea privarnos, como la vacunación forzosa, y por lo tanto debe haber detrás un razonamiento muy ponderado y cuidadoso para justificar que algo tan grave como privar de sus derechos a un gran número de personas repercutirá en un bien mayor. Debe establecerse una conexión directa entre esa privación y la salvaguarda de un bien superior, como es la vida. En este caso, privarnos de ciertas libertades está justificado si con ello se pueden evitar muertes. Por supuesto, puede parecer una ética meramente utilitarista, pero no lo es. En ella, el fin no justifica cualquier medio, sino solo un medio proporcionado, que debe cumplir dos requisitos:
-El primero de ellos es que el daño causado con esa acción preventiva sea mucho menor que el provocado por el hecho de no llevar a cabo esa acción. Por ejemplo, si se roba para salvar la vida de alguien, ese acto de robar, de por sí reprobable, se vuelve moral porque está supeditado a la salvaguarda de un bien mayor, la vida. Si no se robara, esa persona moriría, y por lo tanto lo inmoral sería no robar.
-El segundo requisito es que esa relación entre causa y efecto esté debidamente justificada, y tanto mayor cuanto más perjuicio se está provocando con la acción previa, con el medio utilizado para lograr tal fin. Si haces una guerra preventiva, por ejemplo, estás matando seres humanos, que es el bien mayor, y por lo tanto ya no hay justificación que valga, a no ser que estés seguro de que ese país te va a invadir y va arrasar el tuyo sin que ni siquiera puedas defenderte, cosa absurda.
En el caso que nos ocupa, contemplamos una serie de derechos de los que se nos privan en razón de la salvaguarda de un bien mayor, vidas humanas. Vemos que, idealmente, se cumple el primer requisito, así que, hasta aquí, esa privación de derechos estaría amparada por la ética. Donde todo se desmorona es en el cumplimiento del segundo de los requisitos, que precisamente establece una conexión entre el medio y el fin a lograr con ese medio. Pongo en duda que la conexión entre la privación que se nos hace de esos derechos y el logro de ese bien superior esté debidamente justificada en base a criterios básicamente científicos, y no puramente demagógicos.
Bolindre ha dicho, por ejemplo, que endurecería las medidas en los colegios, lo cual me parece una barbaridad. Seamos conscientes de que a los niños, desde bien pequeños, se les está privando de la posibilidad de mostrar su rostro y de ver el de los demás, pasan muchas horas cada día sin ver una sola sonrisa debido a la mascarilla, y así día tras día, semana tras semana y mes tras mes. A alguien le puede parecer un tema menor, pero cada día los psicólogos alertan de los trastornos que ese hecho puede provocar en los niños a medio y largo plazo. Solo imaginad que, cuando sean mayores, sus recuerdos de la escuela serán de personas con mascarillas, no de rostros enteramente humanos. Por otro lado, está el hecho de que los niños apenas transmiten el virus ya que prácticamente están inmunizados contra él de forma natural. Entonces, me gustaría que alguien me justificara sin demagogias ni “postureo epidemiológico”, como dice Lapidario, que esa privación tan grave de derechos en nuestros niños está justificada de forma clara y directa en base a que gracias a ella se están salvando vidas, porque yo no la veo. Sí veo mucha demagogia, y también una falta de sensibilidad pasmosa.
Respecto al pasaporte Covid, hay los mismos problemas. No hay un razonamiento claro, al menos yo no lo veo, que conecte el hecho de privar a ciudadanos no vacunados de su libertad de movimiento, de reunión o de ocio, creando una desigualdad respecto a los vacunados, con el hecho de que gracias a ello se salven vidas. Pues los vacunados transmiten también el Covid, y la eficiencia de la vacuna se reduce tanto a los pocos meses que la gran mayoría de los ingresados tienen la pauta de vacunación completa. Sin entrar en más datos, que ya hemos tenido ocasión de discutir, mi opinión es que esto es una cortina de humo para tapar el fracaso de la vacuna, una cortina de humo que produce división y odio contra las personas no vacunadas, a las que se culpa de todo y se discrimina de forma deliberada. Así, las autoridades en las que tanto confiáis muchos de vosotros escurren el bulto de su responsabilidad y la ponen en nosotros, creando división social y odio mediante el aguijón del miedo constante, igual que han venido haciendo siempre, responsabilizando al ciudadano del cambio climático por comprar envases de plástico, por ejemplo, o acusando a los españoles de robarnos a nosotros los catalanes, etc. Cuando, en realidad, son ellos los que dijeron hace meses que con el 70% de la población vacunada la epidemia terminaría, igual que son ellos los responsables de no poner freno a la contaminación de las grandes empresas y son ellos, los políticos catalanes, los que más han robado al pueblo, y no los españoles (por seguir con los ejemplos).
Así que dejemos de poner el foco donde no está. Las medidas contra el Covid cada vez tienen menos aval científico y son más una salida desesperada hacia delante, que lleva incluso a la creación de debates absurdos como el de la vacunación forzosa. Lo malo es que, en esta salida desesperada hacia ninguna parte, muchos de nuestros derechos, nuestros y de nuestros hijos, se están viendo recortados de forma desproporcionada, sin que yo, desde mi punto de vista, pueda ver que forman parte de un medio proporcionado para la consecución de un bien mayor, debido a la falta clamorosa de justificación entre causa y efecto. Por ello, no me parece ético que los niños estén todo el día con mascarilla ni que se impida a los no vacunados acceder a los restaurantes. Y mucho menos la vacunación forzosa. Como, tampoco, que para convencernos de todo ello recurran a la inculcación del miedo constante a través de los medios de comunicación, que siempre ofrecen datos sesgados hacia lo negativo, en vez de imbuir esperanza, volviéndonos cada vez más cobardes, débiles y sumisos, totalmente desamparados y manejables.